miércoles, 25 de mayo de 2011

SUPERELLA, LA ESTRELLA DE LA TV FASHION

Superella es un precioso, solitario maniquí. Pero en lo más hondo de su corazón sabe que es una aceituna hundida en una margarita si no le echa un poco de jugo rojo a las cosas del amor. Los mediáticos son para la ciudad lo que el brillo a su polvera, así que da una nota perfumada: "Le limpiaría los zapatos devotamente. Me importan sus zapatos, no la maldita capelina que se me ladea. Siento que lo amo ardientemente por estas cosas". Los paparazzi hacen. Nombres de posibles candidatos saltan como vino hervido en los reality shows. La trampa caza giles está tendida.
Con el Twitter en llamas, Superella deja de atender los llamados de auxilio de la luminosa ciudad de Fashion City. Los carteles de neón colapsan frente al ataque de los grasas. Los coolturales habitantes de la City protestan vía SMS al Comisionado Palacios y al Regente Maurice.
Y el maligno Rialo Giorgio frota sus largas manos, imagen que reproducen cientos de plasmas conectados en red.
—Esta chiruza platinada piensa que me voy a tragar ese sapo —brama Giorgio frente al micrófono—. Yo solo trago sapos si me pagan, no soy un nene de pecho. Ella tiene pechos siliconados marca W-Z45.
—¿Eso dijo? —Superella enjuga sus lágrimas en un tisú Versace, se calza las botas de cuero de jumilano de Rhea, coloca sobre sus hombros la capa del superpoder, salta por la ventana y vuela al encuentro de su malvado denostador. Las cosas del amor, reflexiona mientras corta el aire como una saeta. Ya verán todos esos quien es Superella.
Los lectores pensarán que Superella se dirige rectamente a la caza de sus enemigos, pero no. Su olfato superior le indica que en un local del shopping Galaxia se exhiben unos hot pants firmados por el diseñador de las estrellas: Guido Camaroni.
Las cosas del amor... ¡Fuck! Cuando vos vas, maldito alacrán parlante, yo completo el circuito mil veces —magulla Superella mientras se rasga los hot pants adquiridos y toma foto de su estropeado y plástico corazón. Los maltrechos Camaroni son entregados al fiscal vedette de turno como cuerpo del delito.
—Momento, momento —dice Teté Giordano, interrumpiendo el hilo narrativo—. Creí que teníamos exclusividad en los modelos.
Superella, tomada de sorpresa por la aparición casi mefistofálica del eterno sacudidor de cabezas, enmudece.
—Yo, con todo este mambo de la intertextualidad, neologismos, incoherencias de estilo y corruptela de tiempos verbales que tiene tu literaria vida, no tengo problema —insiste Teté—. Incluso puedo dejar pasar la aparición inexplicable de personajes que no vienen al caso, pero si vos te vas con ese soplamocos de Camaroni, acá se acaba el canje.
—No me interesa Camaroni. Solo como diseñador, en todo caso. Y yo tengo que velar por la justicia de Fashion City. Soy la héroa, ¿te olvidaste?
—Heroína, en todo caso —dice Teté.
—¡Silencio! Yo no consumo porquerías.
Teté sacude la cabeza una vez más. Una riada de piojos marcianos se desparrama por el sillón finés y empieza a preparar el siguiente paso de la invasión. Superella lo ignora, pero el peligro extraterrestre se suma al que generan los villanos habituales. Es Supertodos, tal vez, el siguiente peligro, ese zurdito que se empecina en destruir el sistema. Todo puede ser una trama pergeñada por él. Cree que su uniforme gris, a la manera de los que usan los habitantes de 1984 (universo paralelo que fue episodio de una de sus aventuras), lo autoriza a hacerse el loco, a ser invulnerable a los poderes del capitalismo.
Ya está empezando a actuar junto a los peores representantes de “los acólitos del frenopático” quienes, como antenas humanas que convocaron a los ganimédicos, ayudarían a que estos invadan el planeta siguiendo la mancha de campo magnético nulo que se encontraba a la sazón en la tienda de Valentine en Río de Janeiro. Es una hermosa mañana de Carnaval. Supertodos ya se prueba su cetro cular.
Los conocimientos de Superella en materia de política y estrategia global son limitados, muy limitados, pero eso no le impide saber quienes son los buenos y quienes los malos. Y Supertodos es uno de los malos. ¿Acaso no lo ha visto entrar a los shoppings para cortar las prendas de Guzzi y New Style?
—No me importa tu canje, marica del orto —exclama Superella como regresando de un viaje a Plutón. Y se acerca a la ventana para lanzarse al encuentro del mal, para extirparlo como si fuera un cáncer—. El crimen no paga y menos el crimen contra la moda.
—Atrás, miserable consumista platinada —vocifera Supertodos y llama por teléfono de línea a Mix Mux—. Ya vienen mis amigos a destrozarte, mujer plastificada —continúa mientras mira sus tetotas apretadas en el traje de buena confección italiana que él tanto deseaba.
—No, basta, más gente no, que no tengo suficiente ropa para atenderlos a todos y los zapatos no me combinan —dice Superella.
Pero los reporteros comienzan a amontonarse por todas partes del mundo, listos para la noticia que podría sacudir sus vidas de los periodicuchos de mala muerte en los que trabajan.
—Esto es un horror —exclama Superella—. Escucho el mal venir y yo sin esmalte.
—Te dije que no te convenía no tener manager —interviene Teté, quien había permanecido en un rincón, hojeando revistas de Proctología Hoy.
—Éstos se tragaron el cuento de la rubia tarada —rumea—. No me tiembla ni el pusheado del soutiens de Pour de la Merd por esos macacos que resultan más predecibles que un juego de tatetí. Es hora de tomar un Fingid Anorex y ahogar como un océano embravecido a esas malditas ladillas que juegan a triplicar sus poderes. ¡Voilá!
Mientras tanto, en el canal de televisión central Giorgio manipula fotos y videos a cuatro manos mostrando a Suprella antes de los retoques del Dr. Tecambio, el plástico preferido de la heroína. Inclusive contempla un video mostrando sus días oscuros, mientras ofrecía su cuerpo a los paseadores de perros por cinco morlacos el pete.
—Si hay algo que no soporto —dice Superella, superada por los hechos—, es el caos.
—Leé este libro —dice Joseph Paul Fornitureman apareciendo de la nada, como en los cuentos. Y le tiende a Superella la edición corregida y aumentada de Complejidad y caos de Carlos Reynoso.
Superella mira el libro con asco y luego a sus archirivales.
—¿Por quién me toma? —dice, airada, y se va a tomar unas birras con Mix Mux y Supertodos…

1 comentario:

  1. SUPRELLA.
    Big problems coming your way.
    It has " to do" with Doveleo.
    And all those " Demi" cafes.
    Something about " COPHYBA"?
    And DR. DRAGON BALL?
    And TURNER?
    They got MORGAN engine troubles?
    MO - GE- 9 ?
    Something about your " parade"?
    Baton twirlers...." PFST"!

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