martes, 21 de junio de 2011

SIN SUPERELLA EL MUNDO SERÍA PEOR

Superella parte, finalmente, para dar de patadas a los diseñadores de moda con telas bastas, ordinarios dibujos, a defender, en fin, nuestro derecho al buen gusto. Ahí va. Gallarda, hermosa, con la pulpa de una exhibicionista y la pasta de una heroína o al menos de pasta base. Con ella todo parece color de rosa, no como el rosa del Restaurador, sino un rosa de pastel de casamiento, casamiento que quizás ella nunca tenga porque el pelado de Willis ya no piensa en ella, o ella no hace méritos.
Pero igual, entre las lágrimas ella vuela por la ciudad para cobrar… para cobrar unos pesos. Lo que se pueda ligar, porque los superhéroes están con la capa caída, si tienen capa, o con los antifaces por los tobillos.
Aún así, el mundo, el mismo que alberga a Fashion City, ignora por completo el peligro que corre si es que nuestra heroína —la de la capa caída, no el polvito blanco, ese no falta— se tropieza con su antifaz y se rompe la crisma dando un beso al asfalto. Ni lo mande Mafalda. No.
Stop. Noticia de última que viene a romper —para variar— los hilos: momento de extrema ilusión en los hogares fashion a causa de lo que informa Fashionbook en cadenas de copy/paste: Ludomatic Zquirra, compañera de la primaria de Superella, deja el horóscopo chino por la alta costura, aconsejada paradójicamente por el Chino Tácito. Superella, nominada compañera de fórmula de Ludomatic, se peina a lo Evita, se saca 500 fotos y se queda con solo una que sube a fashionbook, anunciando así a los fashionbookaficcionados que es hora de dar un vuelco en las relaciones humanas. Se impone en el mundo fashion una nueva modalidad de cuestionario en las calles, bares y boliches: a la pregunta ¿De qué signo sos, muñeca? le sigue simultáneamente la de ¿Quién te viste, cariño? Los fashionbookaficcionados apaluden enardecidamente. Superella dignifica.
Mientras estos horrendos sucesos ocurren como quien dice a la vuelta de nuestra propia casa, en el planeta Mongo la producción de prendas de vestir piratas no se detiene. El emperador Tortillín, un bufarrón del carajo, diseña las horribles blusas y polleras con las que pretende inundar la galaxia. Por añadidura (una torpe, tosca añadidura) cada prenda trucha posee una anilina venenosa que exterminará la vida en la Tierra para dejarla vacía y propiciar la llegada de los mongoles. Pero Superella, muñida de su habitual astucia, consigue el figurín del emperador y planea la estrategia adecuada para entrar en combate.
¿Qué cosa peor que un mundo mongolés y encima, mal vestido? Superella no puede permitir semejante bajeza. Decidida, se levanta y ajustando el antifaz a su atractivo rostro, declara con el puño al aire:
—¡Nadie en esta Galaxia debe mongolear con polleras de semejantes colores! —Acto seguido, se cierra la toma en su mirada, en sus ojos azulados detrás del antifaz con un filtro de cámara que envidiaría Robert Rodríguez—. ¡Ludomatic Zquirra, mi furia es contigo, zorra de mierda! —Brama esto y sale por la ventana, rompiendo el cristal, como siempre. Está de más decir que los vidrieros hacen su agosto (también su marzo y su junio) con las salidas de Superella para luchar contra el Mal.
Y aquí tenemos a nuestra heroína, enemiga del opio de las escuelas y fiel consumidora de cuanta frivolidad sobrevuele el planeta.
Y aquí la tenemos, cayendo sobre Ludomatic Zquirra en el momento preciso en que Mix Mux, el alienígena de tres penes, está desencadenando un orgasmo frenético en la maldita zorra enemiga de Superella.
Mientras, Superella veía con envidia tanto frenesí, tanta lujuria, tanta babosa experiencia que, a mitad de camino ya estaba casi cachonda, al cuarto del camino empezó a flamear su capa sexual, hasta que por fin dijo para sí:
—¡Ma sí, antes de destronarla, únete a la fiesta! —Y se les unió.

Las tres bocas, los tres penes, las dos vulvas y las cuatro tetas intercambian fluídos.
—¡Sobra un pene! ¡Sobra un pene! —exclamaba ilusionado Supertodos, ahora LaUna, travesti interuniversal pictures. Y se entreveró en la festichola.
—Sigue sobrando un pene, LaUna —dijo con la voz etrecortada Superella—, ¿o vos te operaste?
—Ya mismo estoy llamando al INADIFC, vos siempre me discrminás, Súper.
—¡Basta! —la voz omnipresente de La Corte Suprema de Fashon City inundó el ambiente—. Si no me leen el título esto no va. Orden y Progreso. Vuelvan las letras al redil.

—¡Oh, jueces terribles, Minos, Radamantis, Frini, Ranea! No juzguéis o seréis juzgados.
—A los únicos que hay que juzgar aquí son los guionistas. Ya está: promuevo en instancia única un proceso por insania. Vamos, ustedes sigan copulando que hay que poblar este universo con más meta-humanos. También necesitamos más saca-humanos, más villanos, más conflictos, más planetas que se incendien, más caos ordenado que si no Hollywood no nos va a dar bola.
Superella se despertó sobresaltada y húmeda del sueño post múltiple sex. El radiorreloj arrancó el día con música de los Deads Kennedys y la voz desaforada del locutor de fm Cityshake:
—¡Por fin llegó el día! ¡JUICIO FINAL PARA TODOS! ¡Va a ser un día MEMORAAABLE... PARA MORIRSEEEEEEE! JAAAAAAAA
Superella pensó que hay que estar bien vestida en los juicios. La buena presencia influye en los jueces. Mirá si te toca un Oyharbody, tan mediático él. Se metió entonces en su vestidor de 140 metros cuadrados.
—¡No tengo qué ponerme, carajo.
—Superella no tiene qué ponerse, Alex —dijo Sigfrido.
—No tiene —aceptó Alex—. Inventémosle un vestuario.
—Vale. Hago una llamadita y lo resuelvo.
—¿Una llamadita? ¡Qué eficiente!
—Hola, ¿con el club Boca Lasciva Juniors? Necesito un vestuario completo para Superella. ¿Cómo con o sin? ¡Ah, sí! Lleno, lleno. Déjelos a los muchachos mientras Superella se viste. Ella es una superheroína y sabe cuidarse sola. ¿Cómo que no quieren saber nada con la heroína y mucho menos con la súper? ¿Por el control antidoping? Ah, bueno. —Sigfrido cortó la comunicación y dijo—: Va a tener que ir en pelotas.
—Y justo hoy que llega Chopra…

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